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lunes, 25 de julio de 2011

Lorca, un festival pasado por cerveza

2002.
Un sábado de julio, en un festival en Lorca.



Habían quedado sobre las cinco de la tarde. Con un calor propio del mes, llenaron el coche de litronas de cerveza fría para soportar las dos horas y pico que había hasta el destino: Lorca Rock 2002.


Subidos en el flamante BMW año 1990, blanco champiñón y que bebía más gasolina que cerveza los ocupantes (juntos), hicieron un alto en el camino, allá por tierra comanche donde dicen que de 'una puta y un gitano nació un murciano' (sin ánimo de ofender, es solo un cuento).  El Sr. X, junto a Flips y a Moscus, estaban apurando el rico jugo dorado, para envidia de quién conducía, que no probaba ni una gota. Unos cuatro litros cayeron antes de llegar al destino.

Serían las ocho menos cuarto cuando, aparcando el coche no muy lejos del recinto del festival, el aire llevó una melodía.

- ¡Cabrones! ¡Os lo dije! - Exclamó Sr. X, impaciente - ¡Nos perdemos a Mago de Oz! ¿Vamos, cabrones, que quiero verlos!

Mago de Oz. Sí. Ese grupo que hacía unos años no llenaba un local de conciertos en Yecla por 500 pesetas la entrada y que ahora las cobra a precio de oro. La fama. La verdad, el único que verdaderamente quería ver a ese grupo que toca flautas y viste faldas era el Sr. X y, quizás, Flips (más por curiosidad). Pero primero había que cambiar el agua al canario. Moscus y Sr. Conductor de la Bestia Blanca se apartaron unos mínimos metros y, alejados prudencialmente el uno del otro, se sacaron la churra y comenzaron a regar los fértiles campos de la frontera murciana. Un cambio de agua que no agradó a Sr. X y se comía las uñas.

Uno, dos, tres minutos, quizá menos. Pero le parecieron horas. Y más, con algo de cogorza en el cuerpo. No estaban lejos lejos del recinto y de camino pararon en una gasolinera a pillar un par de litronas más para refresacarse antes de entrar.

- Mira que sois mamones - decía Sr. X -. Me los voy a perder por vuestra culpa.

- Marica - le dijo Sr. Conductor - Tu te has bebido tus litronas viniendo. Ahor ame toca a mi.

Y, para desesperación de Sr. X, se bebieron esas recién adquiridas litronas. Hay que decir, que una de ellas la engulló (literalmente) Sr. X, y todo por acabarlas antes y llegar a los conciertos de Mago.

Entraron sin problemas, pues la mayoría de sudorosos ya estaban dentro, disfrutando del festival. Heavys, melenudos, calvos, con tatuajes, sin tatuajes, algunos recién duchados, otros hacía dos días,... En fin, toda una fauna a la que se sumaron los cuatro energúmenos más, venidos de tierras alicantinas.

Tirados por el ímpetu de Sr. X, se acercaron sin mucha dificultad casi delante del mismo cantante de los Mago de Oz. Flips, incluso, llegó a asegurar que le caía el sudor de la melena del cantante. Cosas del directo. Pero Sr. X era ajeno a todo eso: sumido en el éxtasis que le provocaba escuchar la voz estridente del cantante, danzando al son de las flautas y las gaitas, se mezcló entre el resto de los gaiteros que saltaban y movían sus cabezas arriba y abajo, emulando a su ídolo.

Poco le duró el disfrute: solo llegó a escuchar dos canciones antes de pasar al siguiente grupo.

- Cabrones, me los he perdido por vuestra culpa - decía.

- Vamos, Sr. X, no es para tanto. Anda, luego te pongo una canción de ellos cuando regresemos - dijo Sr. BMW, riéndose.

Ahora tocaba disfrutar de los Gamma Ray, de los Slayers y, los mejores, los MANOWAR, pues Flips, Moscus y Sr. BMW solo iban a ver a estos últimos. Fue en ese momento cuando Sr. X decidió que era hora de seguir llenando el buche con litros y litros de cerveza. No en vano ese día de verano de 2002 pasará a la historia como el día en el que el Sr. X se bebería cerca de seis litros de cerveza.

Y lo perdieron de vista. No había hecho más que comenzar el concierto de Gamma Ray.
Lo que el Sr. X hizo durante las dos horas que estuvo perdido es una incógnita. Pero de algo están seguros sus compañeros de concierto: si ellos le contabilizaron seis litros de cerveza, en esas dos horas seguro que no dejó de beber. La borrachera que traía encima era tremebunda. Con su mirada perdida en el horizonte, viendo sin ver, intentando hacer amigos, Flips lo vio venir. Lo llamaron por señas y, finalemente, aquel se percató.

- Tíos, quiero una camiseta de Mago de Oz.

- Marica, los Slayers están acabando y empieza Manowar.

- Venga, que el puesto de las camisetas está ahí al lado.

La verdad era que en el estado deprimente en el que se encontraba, si no iban a acompañarle, seguro que les daba el resto de noche. Así que comenzaron a nadar hacía el puesto. Como si de una película s etratase, el camino que los separaba de la zona de merchandising se tornó abarrotado: grupos de jóvenes bailando, apretándose entre ellos, sentados en el suelo en corros de alcohólicos. Toda una maraña de obstáculos que Sr. X quiso obviar haciendo de su camino una recta perfecta.

Se llevó por delante un par de heavys que le increparon desde atrás. A mitad de camino, sus ojos verían unos chavales sentados en el suelo, bebiendo y, lo que su mente pensó, su cuerpo no llevó a cabo: quiso cruzar por medio de ellos y, teniendo a un chaval casi bajo sus pies, intentó levantar la pierna para pasarle por encima. Pero, lo dicho: su mente pensaba una acción y su cuerpo ralizó otra muy distinta, pues con sus casi noventa kilos de peso, teniendo la verticalidad confusa, le estampó un rodillazo en la cara del susodicho bebedor jovenzuelo, derribándolo, al tiempo que Sr. X terminaba de perder el equilibrio y se entampaba contra otoro grupo de meleudos que habían al lado.

Lejos de amilanarse, se puso en seguida en pie y puso pies en polvorosa, aprovechando la confusión del momento y los elevados decobelios que emanaban de los altavoces. Ni siquiera oyó los insultos que le llegaban desde atrás (a todo esto, Flips, Moscus y Sr. Conductor iban detrás, viendo todo lo ocurrido con estupefacta observancia).

Llegaron a la zona de los puestos de ventas. Sr. X se acercó a uno de ellos y, con una habilidad innata donde las palabra sle fluían a pesar de la cogorza, dijo:

- ¡Eh, jefe! ¿Tienes camisetas de Mago de Oz?

El vendedor, mirnado a Sr. X con una expresión d epóker en la cara, se volvió hacia atrás, volvió a mirar a Sr. X, volvió a mirar atrás suyo para acabar mirando fijamente a Sr. X. No. No era una broma: Sr. X no le tomaba el pelo. Y no le contestó, sino que se dio la vuelta y fue a atender a otro alma que no diera tanta pena, pues el puesto era el puesto oficial de merchandising de Mago de Oz y, si algo había allí, eran doce metros cuadrados de emulación de pared llenas de camisetas de Mago de Oz.

Sr. X, se encgió de hombros y fue ahí cuando descubrió, efectivamente, que allí vendían camisetas de su grupo. Tras unos minutos de dudas, requetemirando uno y otro diseño, acabó llamando (de nuevo) al 'jefe', pidiéndole que le sacara una camiseta de cierta talla. El vendedor la sacó y se la dejó en las manos y s evolvió a atender a otros chavales que le preguntaban también por otras camisetas. Fue es emomento cuando, con el rostro iluminado por una idea, y con movimientos que nada tenían de la torpeza d emomentos previos, ocultó la camiseta por dentro de sus pantalones, se dio la vuelta y, con paso presuroso, se perdió entre la multitud.

Acababa de coronarse.

Sus colegas, sinceramente, estaban flipando con todo aquello. Comentando la jugada del Sr. X y, por supuesto, alejándose de allí también para que no nadie los relacionara con el amigo de lo ajeno, fueron en su busca y, después, a coger sitio cerca del escenario. Los Manowar estaban a punto de empezar. Pero Sr. X ya no estaba para más aventuras. Con los primeros acordes del Hail and kill (u otra, ya que el tiempo hace que los protagonistas olviden con qué tema comenzaron), Sr. X le pidió las llaves del coche a Sr. Bi-Em-Dabolbé para irse a dormir.

Sí. No hubo regateo. "Toma las laves, anda, pero no me potes en los sillones".

El concierto estuvo cojonudo. Flips, y Sr. BMW disfrutaron como crios y Moscus también (aunque éste es más de los Maiden). Una hora y cuarto de metal que se hizo corto. Tiempo en el que no se acordaron de Sr. X hasta que, cuando llegaron al coche para regresar, allá las tres d ela madrugada, tardaron más de veinte minutos para que éste, sobado completamente, abriese mínimamente los ojos y les abriese las puertas del cohce.

Un festival digno de recordar. Y no por la música...

2 comentarios:

  1. ME LO IMAGINO EN EL PUESTO DE MAGO DE OZ, PIDIENDO CAMISETAS DEL MISMO, VAMOS COMO ENTRAR A UN ESTANCO Y PREGUNTAR SI TIENEN TABACO O IR A LA BP Y DECIR SI TIENEN GASOLINA. QUE FENOMENO. JAJAJJAJAJAJA. EL DEL PUESTO SE ACORDARA DE SU CARA TODA LA VIDA, POR LA PREGUNTA Y POR HABERSE IDO SIN PAGAR, QUE SUTILEZA Q TIENE SEÑOR X.

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  2. Pero imagínatelo con cara de borracho total, balanceándose adelante y atrás, esperando la respuesta del vendedor... respuesta que nunca llegó y todavía sigue preguntándose por qué xDDDD

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